PORTAL DESIGUAL

Hoy he vivido una situación cuanto menos paradójica esperando la salida del asesino del aeropuerto. Resulta que los juzgado de violencia de género se encuentran situados en un bloque de viviendas donde los pisos se llegan a pagar (según me ha comentado el portero del inmueble) hasta la friolera de un millón de euros. Eso quiere decir, que por el mismo portal que entran y salen supuestos maltratadores o un asesinos confesos, entran y salen personas con un gran poder adquisitivo . Por razones obvia, no puedo mostrar ni las imágenes del asesino confeso, aunque si el enlace de mi agencia europa press, ni las fotografías de los niños recién peinados y vestidos iguales, jugando educadamente ante la mirada de un gran cocodrilo que su padre porta en su pecho izquierdo.

Esta fotografía es una muestra que una imagen no vale más que mil palabras, pues seguro que alguien que se atreva a leer más de 140 caracteres, como es el primer párrafo de este artículo, utilizará su imaginación para describir con más de mil palabras lo que puede ocurrir en este portal.

La guardia y el «mocito feliz»

En una ocasión cuando mi hijo mayor era muy pequeño, paseando por la zona donde Europa Press tiene la delegación yo le dije: «Allí trabaja papa» y entonces la respuesta del niño fue: «¿Este es el sito de hacer guardia?”, la pregunta primero me sorprendió y después me produjo una fuerte carcajada. Claro, los niños, aunque muchas veces parece que están en sus cosas y juegos (el mío siempre jugando con los playmobil), son conscientes muchas veces de las conversaciones de los adultos y en este caso, mi hijo, me escuchaba cuando cansado llegaba de trabajar y le decía a la madre: «vengo «jarto» de la guardia».

¿Qué es una guardia? Es una palabra que coloquialmente se utiliza en el mundo del periodismo para referirnos a las horas que hay que pasar en un mismo lugar para cubrir una información. La prensa del corazón es la que más tiempo se dedica a esta tarea, con el inconveniente de que algunas veces la discreción es fundamental para realizar el trabajo.

De un tiempo a esta parte, todo ha ido cambiando y evolucionando, sobre todo a raíz de la aparición de personajes que ni desprenden glamour y ni siquiera educación, aunque es cierto y verdad que estos aspectos se están dando en ambas partes, o sea, delante y detrás de las cámaras. A todo esto hay que añadir los «acólitos» que se acomodan en torno a los personajes famosos. “El mocito feliz» es un ejemplo de ello; hombre extraño y mal aseado tanto física como mentalmente, cuya misión principal es salir al lado de los personajes. Cuando le preguntan a qué se dedica él contesta con una seriedad aplastante: «yo soy un chupa cámara profesional». Lo curioso de todo esto es que la gente cuando lo ve se para para hacerse fotos y selfies, por lo que cuando veo fotos como la que muestro, me viene a la mente la imagen del paseo con mi hijo cuando era pequeño y me digo. «¡Menos mal qué mi hijo nunca me vio hacer guardia a los personajes y personajillos que hoy inundan el mundillo rosa y que gracias a Dios cada vez hago menos!