Buscando en los contenedores de basura

Buscando en los contenedores de basura

¿Cuanta necesidad tiene que padecer un hombre para meterse a rebuscar en un contenedor de basura?. Esa es la pregunta que me hice mientras desayunaba en el bar Molina. A través de la ventana vi esta imagen. Lo curioso de la situación, aparte de la sorpresa de ver a un individuo salir de un contenedor, fue la rapidez y la pulcritud con la que realizó el trabajo. En cuestión de minutos se introdujo en el contenedor, sacó únicamente los objetos que le interesaban para introducirlos rápidamente en la furgoneta, y todo, sin dejar rastro de suciedad en el suelo.

No es el trabajo ideal, pero tengo que reconocer que prefiero a estos «trabajadores», que hacen una labor nada grata, a aquellos personajes que hurgan con premeditación y alevosía en las buenas voluntades de la gente corriente para usurparles sus ahorros. Se que lo que acabo de escribir suena a eslogan barato, y sin duda, si no fuera yo el que lo ha escrito, pensaría justamente eso, pero es lo que siento y pienso cuando he visto a este hombre metido en un contenedor de basura mientras desayunaba una tostada con jamón en casa Molina.

La madre de todas la bicicletas

La madre de todas la bicicletas

Hay una canción de Serrat «dedicada» a los dictadores, en una de sus estrofas dice: «resulta bochornoso verles fanfarronear/ a ver quién es el que la tiene más grande». Evidentemente Serrat, cuando compuso la canción «Algo Personal», seguro que no se inspiró en una fotografía como la que muestro. Yo, si he pensado en la canción cuando he visto a una multitud de ciclistas que sin ánimo de competir paseaban tranquilamente por el asfalto y de pronto encontrarme a este individuo con la bicicleta XXXL.

Sin duda, el destacar es algo innato en los genes del ser humano, lo que ocurre es que algunos los utilizan para hacer el mal, como a los que se refería Serrat, y otros lo hacen para divertirse y entretenerse, como es el caso del señor de la bicicleta gigante.

P.D. Pregunta de examen. Si el que tiene la bicicleta más grande tiene que parar ¿cómo lo hace?

Calle de Alosno

Calle de Alosno

“Vayas donde vayas nunca pierdas tus raíces”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esta expresión?. Sin duda, los orígenes de nuestras primeras vivencias nos marcan y eso además de moldearnos, nos hace que lo trasmitamos de generación en generación.

El viernes, en una calle pequeña de poco tránsito donde sólo está el portal de un vecino, se reunieron varias familias con un nexo en común; todas tenían como raíz el pueblo de Alosno, sí, el pueblo que pertenece a la provincia de Huelva y en el que gracias a Camarón, muchos hemos paseado en nuestra imaginación por la “calle Real del Alosno” pues sin conocerla sabemos que “con sus esquinas de acero/ es la calle más bonita /que rondan los alosneros.

Gracias a la familia Jiménez Orta, el barrio sevillano del Tiro de Línea tiene una calle llamada Alosno, que a pesar de no ser la más bonita del barrio, es la más bendecida , pues como todo acto protocolario que quiera perdurar en el tiempo, contó en su inauguración con un cura cuyas raíces también se encuentran en Alosno ; Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp. El agua bendita que esparció por las cabezas de todos los orgullos vecinos y los fandangos que se escucharon y se sintieron; algunos cantando con más sentimiento que entonación, trasmitieron a los allí presentes el orgullo de sentir unas raíces verdaderas y profundas.

El Cid de croché

El Cid de croché

Una americana, ha cometido la osadía en Sevilla, de tapar el monumento ecuestre que otra americana hizo del Cid Campeador con unas lanas al croché. «¡Qué barbaridad!» es lo primero que pensé. Pero como soy un agnóstico ferviente seguidor de Santo Tomás, fui a contemplar con mi propia lente el resultado de tal aparente disparate. 

Primero vi la estatua por detrás y me creó una especie de indiferencia, pues intenté usar un principio básico del fotoperidismo; ubicar la estatua por medio de un símbolo de la ciudad que en este caso era el Giraldillo. Sin cruzar la acera, la fui rodeando y allí me llamó la atención como unos padres estaban fotografiando a su hijos en el pedestal de la estatua. La fe me llegó a la altura de la fuente de las cuatro estaciones; el verde de la vegetación y el rosa de las bugambillas ayudaban a crear una atmósfera bella con la funda del croché que le habían puesto al Campeador. Esa imagen tiró por tierra toda mi teoría del rancio sevillano que llevo a veces puesto muy a mi pesar. Ese es el motivo por el que hoy pongo en mi post semanal la fotografía que me hizo ver que la osadía de una americana que disfrazó con lana a un símbolo patrio, ha sido todo un acierto, eso sí, como dice un voz popular: «Unos llevan la fama y otros cardan la lana», por eso dentro de unos día dejemos que la fama de la escultora Anna Hyatt Huntington siga consagrándose con la contemplación del monumento que nos regaló a la ciudad con motivo de la Exposición Iberoamericana del 1929 y así la artista neoyorquina Agatha Oleksiak pueda cardar la lana que ha empleado para tapar bellamente otro monumento de otra ciudad.