SOL Y AMISTAD

María Ostiz, cantaba a principios de los años 70 que un pueblo “es algo más que una maleta/perdida en la estación del tiempo” y de eso me acordé el otro día cuando estuve en un pueblo de la sierra norte de Sevilla, concretamente en Cazalla de la Sierra.

Entre las mil maravillosas sensaciones que me traje, sobresalió una que es la que muestro en las dos fotografías de este post. En la parada del autobús, dos viejecitos (lo siento si no soy políticamente correcto por decir viejecitos a señores mayores de la tercera edad) se juntaban alrededor de una mesa de plástico, utilizando uno el asiento de la parada y el otro el andador, para jugar a las cartas ante unos rayos de sol, que más que iluminar, acariciaban la piel.

El sol de invierno y el aire limpio de la sierra, fueron testigos privilegiados de cómo en este pueblo, una maleta de buenas sensaciones se queda perdida en el tiempo, para enseñarle a todo el que quiera que la felicidad esta en disfrutar de las cosas que la vida nos regala. En este caso; sol y amistad.

EL PUENTE DE MIS SUEÑOS

Una vez definí el puente de Triana como el puente de mis sueños. El otro día cuando por primera vez subí de noche a Torre Sevilla y vi la fotografía que muestro, mi mente se lleno de recuerdos en forma de sueños.

La realidad reflejada en el río es el reflejo de la realidad soñada.

PORTAL DESIGUAL

Hoy he vivido una situación cuanto menos paradójica esperando la salida del asesino del aeropuerto. Resulta que los juzgado de violencia de género se encuentran situados en un bloque de viviendas donde los pisos se llegan a pagar (según me ha comentado el portero del inmueble) hasta la friolera de un millón de euros. Eso quiere decir, que por el mismo portal que entran y salen supuestos maltratadores o un asesinos confesos, entran y salen personas con un gran poder adquisitivo . Por razones obvia, no puedo mostrar ni las imágenes del asesino confeso, aunque si el enlace de mi agencia europa press, ni las fotografías de los niños recién peinados y vestidos iguales, jugando educadamente ante la mirada de un gran cocodrilo que su padre porta en su pecho izquierdo.

Esta fotografía es una muestra que una imagen no vale más que mil palabras, pues seguro que alguien que se atreva a leer más de 140 caracteres, como es el primer párrafo de este artículo, utilizará su imaginación para describir con más de mil palabras lo que puede ocurrir en este portal.

DE CARTÓN PIEDRA

Hay una canción de Serrat a la que le tengo un cariño especial por el recuerdo que me produce al escucharla. Cuando era un joven imberbe y con las mismas ganas de comerme el mundo que en estos instantes, me colé con unos amigos en un concierto que Serrat daba en la Plaza de España de Sevilla. En aquella época estaba intermitentemente enamorado de una joven a la que le gustaba Serrat más que yo, cosa que con torería asumía y hacía que me involucrara cada vez más en la sinergia del cantante.

«De Cartón Piedra», se llama la canción y cuenta en primera persona la historia de un hombre que se enamora de una maniquí y la secuestra. Para mí, el momento sublime de la canción y que me marcó a fuego un recuerdo es cuando Serrat, haciendo la mímica de bailar un vals, (tengo que confesar que esa postura la imito a la perfección y de eso pueden dar prueba las pocas mujeres que amé) canta: «Bajo la lluvia bailamos un vals, un, dos, tres,… un, dos, tres… todo daba igual» .

Esta mañana desayunando en La Flor del Toranzo, he visto estas fotografías que muestro y que han hecho que mi memoria recuerde cosas pasadas y casi presentes.

DÍA DE LA MADRE CON RETRASO

Ayer fue el día de la madre, pero por diferentes motivos que no puedo explicar, pues hay cosas inexplicables, no escribí ningún post recordando a la progenitora que me parió. Hoy, un día posterior, me he encontrado con una fotografía que la tenía recordada en el olvido. Eso ha hecho posible que me haya dispuesto delante del ordenador a mostrar al mundo virtual lo que ayer tenía que haber escrito.

Desde que tengo uso de razón hay cosas que no me canso de contemplar y una de ellas es la escultura de la Piedad de Miguel Angel. ¡No se puede reflejar mejor el amor de una madre a un hijo como hizo el genio florentino en un pedazo de mármol! Lo de menos de esta obra y por ende, lo que no me llama la atención, es el dolor de esta bella mujer, pues está disimulado con la esperanza de saber con certeza que su hijo en unos días resucitará.

Lo que más me atrae de la escultura es la cara juvenil con la que está representada la Virgen María. Son varias las interpretaciones para comprender la mente del artista al confeccionar su obra. Estoy totalmente de acuerdo con la teoría que explica que antiguamente, como las madres parían muy jóvenes, el recuerdo de los hijos sería evocar a su madre con cara juvenil.

¡Yo tengo la suerte de recordar a mi madre con una belleza juvenil llevándome al colegio! ¡Yo tengo la suerte de recordar la sonrisa más bella del mundo cuando mi madre me recogía a las puertas del colegio! ¡Yo tengo la suerte de haber besado de pequeño muchas veces una cara suave y lisa! ¡Yo tengo la misma suerte que Miguel Ángel al recordar a mi madre siempre joven!

¿Qué estará pensando esta joven mujer musulmana mirando a través de la ventanilla del taxi 493 de la ciudad de Sevilla? La incógnita del pensamiento alumbra la mente de los curiosos. Esta fotografía tomada hace más de un mes y olvidada en el disco duro del ordenador, intenta explicarme algo que no llego a comprender.

La mirada perdida de la joven me confunde; ¿tristeza o relajación? El pañuelo colorido que cubre su pelo me angustia: ¿obligación o devoción? Las gafas de sol en su cabeza me desorienta; ¿oscuridad o luz?. El silencio de las dos mujeres mirando cada una a un lado diferente me desconcierta ¿paz o indiferencia?

La Candelaria.

Esta mañana, Carlos Herrera, ha invitado a través de su programa matinal de radio a que sus oyentes visitaran la Iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari, pues allí estaría en besamanos la Virgen de la Candelaria por motivo de su festividad.
Cómo seguidor del programa, aunque no “ fósforo “, he aceptado la invitación. El periodista estaba dentro del templo, cumpliendo lo que ha dicho durante el programa de radio, aunque consciente que el protagonista no era él, sino la Virgen. Discretamente, me he sentado en unos de los bancos de la iglesia a observar e intentar captar con una cámara pequeña, la intimidad del sentir religioso. En una hora que he estado dentro del templo he comprobado las reacciones de los feligreses ante la advocación de su Virgen.
Una madre intentaba transmitir su entusiasmo a una criatura de pocos años, lo curioso es que el pequeño no ha llorado cuando le han colocado su cara a poca distancia del rostro doloroso de la Virgen de la Candelaria. Me ha resultado curioso la mirada profunda y casi reflexiva que el niño le ha dirigido por un instante a la figura que seguramente de mayor adorará.
Con una delicadeza y una sonrisa de sentirse una privilegiada, una joven limpiaba con un pañuelo blanco la mano derecha de la Virgen después de que intermitentemente la besaran los fieles. Aunque parezca mentira, no he visto a nadie haciéndose un selfie, aunque eso si, los móviles no han parado de gastar megas inmortalizando momentos de suma recogida. La última llamada de atención ha sido al salir del templo, un perro amarrado esperaba pacientemente a su fiel dueño.
Os dejo mi visión del tiempo que he estado en la Iglesia Parroquial de San Nicolás de Bari intentando captar sentimientos. No esperen ver una foto de Carlos Herrera, pues hoy era el día de la Virgen de la Luz.

La ilusión de un proyecto

Este mediodía, he realizado un trabajo que más que un trabajo ha sido un lujo. Una persona que me es imposible negarle algo, me pidió que si le podía hacer un reportaje de unas gafas de sol que había diseñado. Resulta que un grupo de jóvenes, se han reunido para comercializar un producto singular dentro  de la mucha competencia que hay en el mercado. Me consta que han trabajado duro durante más de un año, ahora, sólo queda esperar que el esfuerzo tenga recompensa, pues como dice el refrán: «El hombre propone y Dios dispone».

La ilusión de todo el equipo, los nervios ante una presentación donde han puesto todas sus energías y el espíritu de conseguir un sueño, es lo que he visto en este grupo de jóvenes y eso, es lo que ha hecho que me sienta un  privilegiado. Me han dejado entrar en un círculo olvidado para los que ya tenemos una edad.

Me propuse cuando empecé a escribir este blog que no opinaría de política y eso que el tema me apasiona. Pero esta mañana, después de leer la prensa y analizar las barbaridades que en nombre de la política están haciendo un nutrido grupo de incompetentes de distintos signos políticos, mi desolación por este país se ha diluido al ver a estos jóvenes que con un proyecto que pretenden sacar adelante, no se han dejado  seducir por  discursos vacíos que solo consiguen alimentar la ley del mínimo esfuerzo.

¿Qué hace que una imagen deje de tener movimiento y se quede parada para siempre en nuestras retinas? Pienso que la observación más que la visión.

La calle Amparo de Sevilla, no es una de las más transitadas de la ciudad, el principal aliciente es No-kitchen, restaurante peculiar y sorprendente donde el sabor asturiano de sus dueños casa a la perfección con su espíritu andaluz. Tengo que decir que antes de conocer a Ana Zapico y a su marido Blas Suero, mi paso por la calle Amparo era escaso. Desde que me regalaron su amistad y por supuesto su buen yantar, la calle es un lugar habitual para mi. El miércoles pasado cuando ya me iba después de haber tomado una carrillada divina, me encontré con la foto que muestro. Como si fuera un flash la imagen me atrapó, por eso congelé eternamente con mi iPhone el momento donde la luz y la sombra del atardecer embellecen lugares únicos. Lo que me sorprendió, y por eso la introducción de este texto, fue que los cuatros viandantes que pasaban por allí no se pararon ni un segundo a observar lo que yo estaba viendo.

La playa en invierno

La playa y el verano están intrínsecamente relacionados. Pero la playa y el invierno también guardan una interesante simbiosis, una prueba de ello son las fotografías que hice este invierno a un mar embravecido y a unas arenas llevadas velozmente por el viento. Si agradable fue desayunar contemplando entre cristales la vista esplendorosa que el mar ofrecía, pasear, con un fuerte viento por una playa solitaria de Barbate, escuchando el sonido de las olas, fue lo más placentero que un ser humano libre puede experimentar. La fotografía nunca sustituirá a las sensaciones, pero a veces se acerca a las emociones.