Maratón de Sevilla

Una vez le pregunté a un médico si correr un maratón era bueno y su respuesta fue: “El primer griego que corrió un maratón murió”, por eso, a lo que aspiro cada año cuando se acerca la fecha del maratón de Sevilla es a ver y fotografiar a los corredores que para satisfacer la mente machacan su cuerpo. Lo contrario que hago cuando llega la ‘Carrera Nocturna del Guadalquivir’ , en la cual, participo, pues para mi es una tradición y una fiesta, eso sí, cada año que pasa se afianza la crueldad de la edad.

Esta mañana, después de muchos años no he ido a ver el maratón por las calles de Sevilla, pero el ruido de las bocinas y de la gente ha hecho que salga al balcón de mi casa y cámara en mano, fotografiara a lo lejos a los corredores. La primera foto ha sido una sorpresa, me gustaba el encuadre pero nunca pensé que había un corredor evacuando el líquido que le sobraba a su cuerpo, y más censurando sus partes íntimas y su rostro con una reja. En la segunda fotografía, demuestro como el placer de muchos es el disgusto de pocos, pues para llegar a la estación de Santa Justa sólo se podía ir en el coche de San Fernando, o sea, un ratio a pie y otro andando, sino, que se lo pregunten a mi amigo Francisco. La tercera fotografía la pongo porque me gusta.

 

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Sevillanía

Una amigo escribió hace muchos años la letra de una rumba que decía, entre otras cosas, que sentía su sevillanía cuando al despertarse “ver por la ventana a mi giralda y la catedral”. Yo soy sevillano, y desde hace algo más de un año tengo ese inmenso privilegio, aunque en honor a la verdad para “ver a mi giralda y la catedral”, tengo que asomarme un poco.
Lo que si tengo a la vista nada más abrir la persiana son torres y una en especial que sobresale por encima de todas: ‘La Torre Sevilla’ , un rascacielos de difícil explicación para una ciudad que se caracteriza no por su modernidad sino por sus muchos edificios históricos. Cómo no soy experto en la materia, no me pronuncio sobre la idoneidad de la torre en cuestión, aunque os puedo asegurar que cuando la mañana amanece con niebla, la vista no me disgusta.

Ensayo en la ópera

Las cosas que no comprendo me resultan difíciles de asimilar y por lo tanto explicar. No entiendo cómo alguien puede estar escuchando ópera y a la vez analizando hasta el más ínfimo detalle una partitura para que el día del estreno todo salga a la perfección. De las pocas cosas que medio entiendo es de fotografía y ayer sin ganas, pues no soy aficionado a la ópera, tuve que cubrir el ensayo general de ‘Falsaff’, en el Teatro de la Maestranza, por eso muestro gráficamente,  un oficio difícil de explicar y fácil de comprender.

P.D. La fotografía pertenece a Europa Press y está protegida contra todo aquel que no entiende que las imágenes profesionales que se publican en la red no pertenecen a la humanidad.