Después de hacer una visita turística al Parque Nacional de Doñana me he preguntado: «¿Cómo sería este lugar si estuviera en Estados Unidos?». La respuesta me la dio un amigo especialista en resumir en pocas palabras la realidad: «Pues sería un parque temático».
Es curioso que cuando viajamos, movidos por la curiosidad de lo que hemos leído o nos han contado, recorremos lugares que no merece la pena volver a ver y cuando estamos en nuestro hábitat nos olvidamos de que hay sitios maravillosos que la cercanía hace que se nos olvide visitarlos. Desde el año 1980, Doñana, es Patrimonio de la Humanidad y este año ha sido incluido en la Lista Verde de las áreas protegidas mejor conservadas del mundo.
Cruzar la desembocadura del río Guadalquivir en una barcaza es una experiencia indescriptible. La magnitud del medio mar o medio río que es la frontera entre un pueblo marinero y un espacio natural, es cautivadora. Desembarcar en las arenas donde comienza la visita es gratificador; y montarse en el todoterreno verde para iniciar la experiencia es emocionante.
Pasear por una playa virgen viendo a un lado los coquineros haciendo un trabajo duro físicamente y al otro la dunas donde se observa que el ser humano pone pocas veces el pie allí, es como sentirte en un lugar visto por nuestros antepasados lejanos, pues fácilmente puedes imaginar como era la vida hace muchos siglos. Entrar en las dunas es otra forma de integrarse en la naturaleza; los pinos son más verdes de lo habitual, la arena es blanca, fina, limpia y fría, y pisarla es una sensación gratificante. Subir y bajar las altas dunas y mirar a un lado y al otro sólo viendo naturaleza, hace que te olvides del lugar para integrarte en el.
En esta época del año, las dunas son lo más interesante de ver durante el recorrido pues el verano deja seca la marisma, a continuación puedes ver animales a lo lejos, al principio pocos, pero según nos adentrábamos en la marisma seca pudimos ver, gamos, ciervos, jabalíes, caballos y vacas (estos dos últimos son de una raza autóctona y protegida que solo se crían en el entorno del parque natural). Una de las cosas que más me sorprendió fue ver un pequeño charco que según nos dijo el guía eran arenas movedizas, justo en medio de la charca se veían unas burbujas que indicaban que podrías sumergirte en lo más profundo de la tierra, y claro, mi mente se acordó de las películas del oeste donde los malos acababan allí.
La Marismilla es la residencia vacacional de los Presidentes del Gobierno de España. El espacio podría pertenecer perfectamente a un pueblo inglés porque esta construido en ese estilo. Cuando pasamos al rededor del Palacio, algunos comentarios realizados por los turistas y motivados por el guía, me molestaron y pensé en D. Andrés, un gran profesor de historia que me hizo amar de por vida esa asignatura: «la masa es estúpida cuando un líder les habla», decía cuando con pena cuando nos relataba algunos episodios nacionales fallidos.
La segunda y la última parada fue en el poblado donde vivían los primeros cuidadores del coto, sin duda, lo más aburrido de todo , pues han intentado hacer un parque temático sin que lo diseñara un americano, aunque las vistas del río desde este lugar, los mosquitos gigantes y traicioneros y los cangrejos que se encontraban en el lodo me llamaron poderosamente la atención.
Antes de terminar la visita, el guía se paró para enseñarnos un pino muy retorcido, según nos explicó, un hongo lo puso así, y a pesar de que se lo han querido llevar de allí, los guardas del parque lo impidieron. En ese pino, según nos contó, cada año, cuando las hermandades rocieras peregrinan, el pino, que para mi tenía forma de dinosaurio, se llena de hojas de papel donde los peregrinos dejan mensajes en los que recuerdan a los ausentes. Sin duda, esa fue la única historia interesante que descubrí en mi visita turística por el Parque Nacional de Doñana, pues lo demás, fue disfrutar de la naturaleza en estado puro, sobre todo en las dunas de arenas blancas, finas, limpias y frías.
Una vez que la barcaza llega al punto de partida, te encuentras con otro espacio natural que el humano ha conseguido hacer. Parar en Bajo de Guía, es elegir el mejor lugar para comentar la visita a Doñana, pues entre manzanilla, langostinos y guisos marineros, el recuerdo se acentúa y la visita vivida pocas horas antes se saborea mejor.