Cuando vemos fotos de la Cabalgata de los Reyes Magos esperamos encontrarnos con caras de niños con la ilusión de la inocencia expresada en su más alto nivel. Ayer, vi muchas caras de esas, pero la expresión que me llamó la atención fue la de un hombre mayor que como un niño desbordaba una sonrisa tan limpia y sincera que emocionaba cada vez que le tiraban caramelos desde las carrozas reales. No es la primera vez que veo a este hombre, pues pasea habitualmente por el barrio con un porte elegante y risueño pero con una memoria efímera. Este verano lo vi entrar en el cine de verano de la Diputación de Sevilla y se quedó durante toda la película absorto en ella, sin prácticamente mover una pestaña. No recuerdo que película vi, pero si recuerdo que lo observe y pensé ; ¿qué estará pensando? Mi memoria algunas veces también es efímera pero mis recuerdos son eternos, mis miradas algunas veces se pierden en el abismo pero mis sensaciones se mantienen en la memoria para siempre.
¿Qué piensa un hombre que no recuerda el pasado?, es la misma pregunta que me hacía el otro día cuando tenía a mi sobrino Julio en brazos, que tiene 9 meses y lo miraba y me sonría. Algunas veces la madurez y la niñez se juntan para regalarnos una sonrisa que nos alegra el día.
Espero que el destino no me haga dejar de reconocer a las personas que quiero y me quieren, pero si alguna vez ocurre, deseo que cuando me vean soltar una sonrisa piensen que soy como un niño que disfruta de las pequeñas cosas y que con ellas les quiero hacer ver que los necesito.