¡Qué gran contradicción!

Ayer por la mañana tuve que ir a las puertas de los juzgados de Dos Hermanas para intentar fotografiar la entrada y salida de Manuel Lebrón, que fue detenido tras ser denunciado por su exmujer por el secuestro de sus dos hijos. La espera, desespera y más cuando es imposible hacer el trabajo que mi agencia requiere y no es por mí, sino por las circunstancias adversas que se produjeron.

¿Qué haces cuando estás esperando durante siete horas a que ocurra algo que puede durar unos minutos? Pues, además de hablar con los compañeros y contar mil y una cosas, observar lo que ocurre a tu alrededor. Al cabo de una hora me di cuenta que en la plaza donde estábamos esperando había una estatua de una niña que se titulaba ‘a  la inocencia’. ¡Que gran contradicción! ¡Justo enfrente estaba un padre al que estaban juzgando por, entre otras cosas, olvidarse de la inocencia de sus hijos!

Al cabo de un rato, empezamos a escuchar tambores y trompetas y seguidamente vimos cómo sobre un paso elevado pasaba un pequeño cortejo que se componía de un grupo de músicos vestidos de beduino seguido de tres Reyes Magos con sus respectivos pajes. ¡Qué gran contradicción! ¡Justo enfrente estaban juzgando a un padre al que le importaba un bledo que sus hijos vivieran la magia del fin de la Navidad!

Ayer me fui por la tarde pensando que mi trabajo había sido inútil: ¡Qué gran contradicción! Buscado la fotografía de un presunto delincuente sólo puedo aportar la imagen de los policías que lo escoltaban. Buscando lo imposible encontré lo probable.

 

 

 

 

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