Quién no ha visto toros en el Puerto…

Alguacilillos

En agosto de 1916, en la ciudad de San Sebastián, durante una tertulia después de una corrida en la que se encontraban, entre otros aficionados, un torero y un político, comenzaron a hablar del lugar donde se disfrutaba más de los toros. Entonces cuando unos argumentaban que en Madrid, otros que en Bilbao y San Sebastián, tomó la palabra Joselito y pronunció la famosa frase que está recogida en un azulejo de la Plaza de Toros del Puerto de Santa María: “Quién no ha visto toros en el Puerto no sabe lo que es un día de toros”.

Ayer, 10 de agosto, todos los aficionados que llenaron el coso taurino del Puerto hicieron de esa frase mítica, un axioma. Los que fuimos a ver a Morante nos preguntamos qué donde está el gafe, pues tres toros; sí tres toros, se rompieron los cuernos, aunque como casi siempre nos regalo algunas verónicas. Los que no fuimos a ver a Finito, nos encontramos que como cuando un toro le enviste con el capote, le puede dibujar unos bonitos lances. Los que fuimos con la esperanza que Manzanares resurgiera de esa aparente depresión que parece que se ha instalado en él, salimos contentos al ver como a su último toro lo entendió y lo adaptó a las circunstancias.

Mágica fue la música; ¡que manera tan maravillosa de acoplarse a la faena del torero!. Ni el mejor de los fotógrafos del mundo puede reflejar lo que es vivir una tarde de toros en el Puerto, por eso con la humildad que a veces no me caracteriza, muestro una pincelada de lo que vi y sentí anoche en el Puerto de Santa María.