Hoy todos los que hemos estado en el paseo marítimo de Sanlúcar de Barrameda nos hemos quedado con la boca abierta contemplando la puesta de sol

Hoy todos los que hemos estado en el paseo marítimo de Sanlúcar de Barrameda nos hemos quedado con la boca abierta contemplando la puesta de sol
Buscando la paz he encontrado la relajación en el bullicio. He hallado la tranquilidad en el ajetreo y he disfrutado del silencio escuchando voces.
Cuando pase un tiempo, y vea estas fotografías, recordaré como la armonía del mar no se altera a pesar de las olas, que las luces del atardecer hacen que el molesto calor desaparezca y que la familia, con razón o sin razón, es la mejor medicina para curar la apatía. Estos días he descubierto a personas, he echado de menos a otras y he sincronizado mi estado de ánimo con el mar.
Todo mis pensamientos de estos días están en estas fotografías y si alguien se identifica con ellas, me alegro, pues ese ha sido mi objetivo.
Septiembre, es un un mes de esperanza donde todas las proposiciones pensadas durante las vacaciones se intentan poner en práctica. La mayoría de la veces, casi todos los propósitos se nos quedan en los dos primeros fascículos coleccionables que tanto nos publicitan durante este mes, pero por lo menos, al intentarlo, demostramos que nuestra vida no está en encefalograma plano.
Ayer, 31 de agosto, me tomé las doce uvas de la esperanza para seguidamente dar la bienvenida al nuevo año laboral, donde las ilusiones por hacer nuevas cosas impedirán que la bendita rutina de estar nuevamente con los míos, me ayude a lograr lo que estaba pensando cuando le hacía esta foto a Berta, en una interminable y bella puesta de Sol en el Mar Báltico; lograr hacer y ser feliz, dentro de mis posibilidades.
Después de haber tenido la desgracia hace un mes de ser víctima de un robo, mientras disfrutábamos de unas merecidas vacaciones en Costa Ballena, sustrayéndonos dos objetos valiosos, que más que el valor físico, que lo era, era el sentimental, me encontré con esta fotografía. Por no alarmar y ante la indignación que me producía la impotencia de verme agredido por ladrones fichados por la policía y absueltos por la justicia, me propuse no escribir ni enseñar ninguna fotografía al respecto.
En estos momentos que estoy editando las fotografías del verano, me he parado ante la imagen que muestro. Fue tomada la misma tarde que nos robaron. Para aliviar el disgusto que nos habíamos llevado esa tarde cuando vimos que unos ladrones había entrado en casa, nos fuimos a caminar para contemplar las fabulosas puestas de sol que nos regalaba todos los días la costa de Cadiz. Cuando dentro de la urbanización vi esta imagen me acordé del tratado de la «Alegoría de la Caverna» de Platón. Como tengo vergüenza torera, no disertaré sobre esta alegoría pero al ver la sombra de la bicicleta al lado de un gancho donde debería estar amarrada esta, pensé lo siguiente: Las sombras, algunas veces nos impiden ver la realidad y es ahí, donde otros se aprovechan de nuestras debilidades. Muchas veces deberíamos ser más pragmáticos y saber que la prevención es la mejor arma ante la indefensión.
Después del éxito obtenido en mi post de atardecer en la playa y sabiendo que el Titanic no se hunde, ayer decidí volver a sacar a pasear mi cámara de fotos y me fui al extremo contrario del día anterior, o sea, vi la luna salir por las dunas y a el sol entrar por el mar.
Desde que llegue a España, después de ver las noches blancas, no me he recreado en una puesta de Sol. En el Puerto de Santa María, que es en el sitio donde me encuentro, me propuse fotografíar una puesta de sol. A las 9 y media de la noche me dirigí a la zona del faro de Puerto Sherry y mi sorpresa fue que desde ese lugar no se ve como el sol se adentra en el mar, o la mar (estoy en la tierra de Alberti). Sin tiempo a reaccionar, fotografié lo que estaba viendo y a pesar de que el sol estaba detrás de las palmeras, la luz anaranjada con la que ha dibujado el horizonte sirvió para deleitarme con el momento que más me gusta del día que es el principio de la noche.
¿Qué escribir cuando no hay fotografía que poner?. Es una pregunta que me hago cuando llego a casa por la noche y no he cumplido con la promesa que me hice hace un mes de publicar todos los días una foto y escribir sobre ella.
No es qué haya tenido un día aburrido, sino todo lo contrario. He desayunado copiosamente con dos de mis hijos a las doce de la mañana, si, ya se que esa no es hora de desayunar, pero ya se sabe que los adolescentes llevan otro ritmo de vida. Cuando he llegado a mi casa he abierto el Ipad, después de varios asuntos por delimitar, he abierto la aplicación de Facebook donde me ha recordado mi amiga Sol, que hoy hacía 11 años que se había casado. Muchos recuerdos me han llegado de ese día, por eso, sin improvisar pero con prontitud le he escrito lo siguiente: «Tal día como hoy, estuve en una boda muy divertida, todos los recuerdos vividos en aquella magnífica masía se tornan en sonrisa. Felicidades!».
¡Qué sorpresa me he llevado cuando a las 4 de la tarde, Sol Pickman, nos ha llamado para compartir un día tan especial!. En una ocasión cuando era un niño, mi madre me contó la historia de Ruth, un personaje bíblico, qué nunca olvidaré. No entraré en la historia de este personaje,(pueden buscar en Google), pero hay unas palabras que Ruth le dijo a su suegra Noemí, que tengo grabadas en mi mente: «No me obligues a alejarme de ti, pues adonde vayas iré yo…»» Estas palabras las recuerdo cuando estoy con amigos entrañanbles y hoy ha sido uno de esos días.
P.D. No pienso poner fotos de amigos tomando copas, pero estoy seguro que esta foto le gustará a Sol.