Calle San Fernando

Por la calle San Fernando de Sevilla se va un ratito pie y otro andando. Aunque lo que acabo de escribir suena a tópico y a canción de “El último de la fila”, si pasas un fin de semana por esta calle te das cuenta que el refranero popular casa perfectamente con esta calle emblemática de Sevilla.

Fernando, es un nombre muy sevillano, pues el Santo Rey que conquistó Sevilla llevaba ese nombre, por lo tanto, la calle San Fernando es una Avenida principal de la capital andaluza. Turistas, estudiantes, paseantes, corredores, ciclistas y trabajadores son los habituales de esta avenida peatonal, que entre railes de tranvía, carril bici, terrazas de bares es difícil de transitar tranquilamente.

Un fin de semana de agosto el panorama cambia, pues los estudiantes y los trabajadores del centro dejan un espacio vacío donde se hace notar principalmente a los turistas. Este reportaje que muestro es el resultado de estar un fin de semana de espera en una de las calles más emblemáticas de Sevilla.

La luna azul

El otro día comiendo con dos de mis hijos estuvimos hablando, entre otras muchas cosas, de los recuerdos de la infancia. Es curioso que el mayor me comentó hechos que yo recordaba perfectamente y él lo relataba con amplias lagunas donde la verdad la suplía con imaginación. El pequeño contó que se acuerda cuando tenía pañales y fue a coger, no se qué. El mayor le dijo: «¡Anda ya, eso es mentira, cómo te vas a acordar de eso!» y entonces los tres, entre risas, llegamos a una misma conclusión. Tantas veces los padres nos cuentan anécdotas de cuando éramos pequeños que los recuerdos confunden a la mente soslayando la realidad y la ficción. No es mentira cuando cuentas lo que crees que has vívido y sobre todo; sentido.

Tenía una compañera que vivía de la mentira y a pesar de todo le tenía mucho aprecio, pues era tan sincera cuando contaba las cosas inciertas que te las creías durante ese breve espacio que narraba sus supuestas peripecias. Eso sí, algunas veces se le iba tanto la imaginación que había que decirle: «¡Oye, te estás pasando!» Le perdí la pista hace ya mucho tiempo pero cada vez que me acuerdo de ella, me descubre una sonrisa en la cara y pienso en los múltiples personajes que me interpretó durante un tiempo importante en mi vida.

También he tenido amigos que han utilizado la mentira como medio de escape. Lo que ocurría era que eran tan inteligentes (si, siempre me he rodeado de amigos muy listos, ellos han sido mi mayor fuente de sabiduría) que me resultaba imposible rebatirle la evidencia, eso sí, cuando la evidencia era tan evidente nos reíamos todos a carcajadas.

Hace unos días me creí una mentira; “El 31 de julio de 2015 será el día de la luna azul”, cómo mi imaginación cuando le interesa algo comienza a volar, me quedé con el titular de la noticia. Hoy, la luna no ha sido azul y si alguien quiere conocer porque le llaman así, sólo tiene que teclear en google. Lo que ocurre es que en algunas fotos la luna sale azul. ¿Quiere decir que he manipulado la foto?. Todo el que me conoce sabe que no me gusta desvirtuar la imagen, pero también estoy seguro que si alguien me demuestra que he subido el tono azul de algunas fotos; sonreiré.

La mentira no es siempre mala, pues algunas veces te hace imaginarte lo que realmente quieres ver y además cuando no hace daño importante a la persona, el resultado anecdótico es divertido. Claro, no es lo mismo estos tipos de mentira que la traición, pues lo último, duele mucho.

El Cid y la luna

El Cid y la luna

Anoche, la luna fue testigo de cómo media Sevilla iba al encuentro de una celebración y la otra se encontraba embutida en la tristeza de las contradicciones. Por mucha guasa sevillana que exista y muchas excusas que le podamos poner a la victoria del Sevilla F.C, la realidad es que mi amigos sevillistas, cuando sean abuelos, contarán a sus nietos, para regocijo de ellos, la hazaña conseguida en Turín.
Anoche intentando alejarme de toda celebración, me encontré con el Cid y la luna. La luna es el ojo de la noche que ilumina lo prohibido y el Cid, el símbolo del Campeador, que hasta muerto ganó una batalla. ¿Por qué anoche el Cid, con un tono verdoso, estaba intentando con su lanza apagar la luz de la luna?. ¿Será que la luna me confunde?.
P.D. Algunos puede que interpreten esto como una felicitación, si es así, me alegro por ello.

La luna de la cosecha

La luna de la cosecha

La luna de la cosecha o la luna de septiembre es la más bonita del año. La luna se ve más grande de lo normal debido a una ilusión óptica causada por la atmósfera. Estas noches de septiembre son las únicas en el año en las que no hay oscuridad debido a que prácticamente el día y la noche tienen la misma duración.

Nada mejor que despedirse del verano contemplando la luna de la cosecha en blanco y negro desde el puente de Triana, pues esta estampa me hace recordar a aquellos que admiraban esta vista y ahora ya no están con nosotros.

En la playa por la mañana

Playa solitaria

Un día raro como el de hoy, después de desayunar, me he ido temprano a la playa, (estoy de vacaciones; eran las 10:30 de la mañana), el cielo azul añil rodeado de una gran cantidad de nubes blancas me hacía presagiar que podía hacer alguna que otra fotografía para el post de hoy y así alegrarle la vista a mi amigo Javi.

Es muy difícil, o más bien imposible, fotografiar lo que se ve, pues la vista está asociada a los pensamientos y a las sensaciones que experimenta en cada instante de la observación, (si, Francisco, se que esto es una paja mental).

Hoy, me he levantado temprano (a las 10 de la mañana) para fotografiar unas sensaciones y escribir unas impresiones y como decía Serrat en una des sus canciones; «no se me ocurre nada».

He vuelto a ver unas banderas a media asta. Un camino que pudiera estar en cualquier sitio menos en una zona residencial al lado de mar. Una playa medio vacía. Una nube blanca que me ha recordado a Eolo; Dios del viento. La luna como tímidamente entre nubes se despedía de los pocos caminantes de la playa.