¿Qué hace que una imagen deje de tener movimiento y se quede parada para siempre en nuestras retinas? Pienso que la observación más que la visión.

La calle Amparo de Sevilla, no es una de las más transitadas de la ciudad, el principal aliciente es No-kitchen, restaurante peculiar y sorprendente donde el sabor asturiano de sus dueños casa a la perfección con su espíritu andaluz. Tengo que decir que antes de conocer a Ana Zapico y a su marido Blas Suero, mi paso por la calle Amparo era escaso. Desde que me regalaron su amistad y por supuesto su buen yantar, la calle es un lugar habitual para mi. El miércoles pasado cuando ya me iba después de haber tomado una carrillada divina, me encontré con la foto que muestro. Como si fuera un flash la imagen me atrapó, por eso congelé eternamente con mi iPhone el momento donde la luz y la sombra del atardecer embellecen lugares únicos. Lo que me sorprendió, y por eso la introducción de este texto, fue que los cuatros viandantes que pasaban por allí no se pararon ni un segundo a observar lo que yo estaba viendo.

Luna llena

Ayer vi la película «On the Road», basada en un libro de Jack Kerouac, que leí hace tan solo cinco años cuando mi amiga Rosa, me lo regaló por mi cumpleaños. Como la mayoría de las adaptaciones de obras maestras y sobre todo cuando se tienen que recrear los años 50, el film deja mucho que desear con respecto al libro, aunque tengo que reconocer que el personaje de Neal Cassady, está soberbiamente interpretado por el actor Garrett Hedlund. Cuando terminé de ver la película me puse a «bichear» por internet, para conseguir información del libro y la película y así contrastar mis impresiones con el ciberespacio. Como una cosa lleva a otra en un un blog que se llama; «entremontonesdelibros», descubrí un post titulado; «Fragmentos literarios», y allí leí lo siguiente: «Gracias a La historia del loco se que antiguamente la gente creía que si te dormías con la luz de la luna en la frente despertaba loco. De ahí procede la palabra lunático».

Como eran las 8,30 de la noche y había luna llena, me fui a la calle Betis a ver salir la luna por la Maestranza. Hoy en facebook he leído un comentario de Marina Bernal que ponía lo siguiente: Luna llena…noche de lunáticos…

On the Road, internet, la calle Betis y facebook ha hecho posible que escriba un post lunático.

Dulce dolor por el Amor de Dios.

Dulce dolor por el Amor de Dios.

No entiendo como el dolor puede ser dulce, para mí, que el umbral de dolor lo tengo muy bajo, me causa dolor sólo pensar en el dolor. El único dolor que me gusta es el que me produce la canción de Raffaella Carrà, cuando en fin de año, en casa de Guillermo, todos juntos agachamos las cabezas y sacudimos nuestras melenas, (claro, quien la tiene) prácticamente rozando el suelo y entonces de un golpe seco al ritmo de la canción la levantamos. Por eso, como dice el nombre de la calle: Por «El amor de Dios»; ¡no me digas que el dolor es dulce!