
¡Quien tiene una reina en su vida no necesita nada más!. ¡Imaginaos los que tenemos varias ! Según los cuentos que me contaban, leía y veía de pequeño, la reina siempre representaba una figura positiva de poder que te arropaba en los momentos duros de la vida y te guiaba por el camino del bien.
Como todas las reinas no son iguales (incluso de adulto te encuentras algunas que son muy malas y que gracias a Dios no las he conocido en profundidad) algunos hemos tenido a varias que cumplen a la perfección sus responsabilidades en las diferentes facetas de la vida.
Ayer tuve la oportunidad y por qué no decirlo, el privilegio, de asistir a la toma de posesión de una nueva reina que he coronado en mi ser: “La reina alada”. Nada más ver la fotografía que muestro, lo primero que me vino al pensamiento fue la frase con la que titulo este post.
Cuentan una historia en la que una niña que iluminaba su cara con el sol de la mañana aspiraba a conseguir la felicidad. Sus genes le proporcionaban la base y su familia la educación. Cuando cumplió diez años su padre le regaló unas alas y le dijo: «Utilízalas para volar a través de las personas y averiguar a quien tienes que sonreír y a quien no”. Cómo todo regalo novedoso y sorprendente los primeros usos fueron algo caóticos pero a través de ilusión y sentido común, logró el objetivo para el cual las alas fueron fabricadas.
Cuentan la historia de una mujer que enamorada de la vida vio pasar a otra mujer volando alrededor de ella. No le llamó la atención la forma de volar de la mujer sino la sonrisa limpia y sincera que trasmitía. Nada más posarse a su alrededor, en solo dos saludos descubrieron que ambas se habían estado buscando durante toda la vida para compartir una amistad verdadera.
Cuentan una historia de un hombre desesperando por cambiar el rumbo de de su vida y que buscando lo que no encontraba encontró lo que necesitaba. Sin compromiso con lo superficial descubrió el optimismo a través la sencillez del amor, se vacunó contra el virus del pesimismo y se enfrascó en rodearse de gente que le aportara positivismo.
Cuentan la historia de una mujer que le brillaba la cara como el sol de la mañana, de otra mujer enamorada de la vida y de un hombre encantado de haber sido tocado con la vara mágica de la amistad y del amor.
Hoy, un día después del cumpleaños de Sol y con una resaca digna de tal celebración, tengo la sensación que todos los que estábamos en la terraza del hostel Calatrava éramos unos privilegiados por haber sido elegidos por una reina alada que un día nos divisó desde el cielo.