María Ostiz, cantaba a principios de los años 70 que un pueblo “es algo más que una maleta/perdida en la estación del tiempo” y de eso me acordé el otro día cuando estuve en un pueblo de la sierra norte de Sevilla, concretamente en Cazalla de la Sierra.
Entre las mil maravillosas sensaciones que me traje, sobresalió una que es la que muestro en las dos fotografías de este post. En la parada del autobús, dos viejecitos (lo siento si no soy políticamente correcto por decir viejecitos a señores mayores de la tercera edad) se juntaban alrededor de una mesa de plástico, utilizando uno el asiento de la parada y el otro el andador, para jugar a las cartas ante unos rayos de sol, que más que iluminar, acariciaban la piel.
El sol de invierno y el aire limpio de la sierra, fueron testigos privilegiados de cómo en este pueblo, una maleta de buenas sensaciones se queda perdida en el tiempo, para enseñarle a todo el que quiera que la felicidad esta en disfrutar de las cosas que la vida nos regala. En este caso; sol y amistad.
