Un atardecer en Sanlúcar, tierra de mar y de río, donde contemplar su belleza es encontrarse con la paz. La mirada se pierde entre los múltiples colores que la naturaleza proporciona para el deleite de la imaginación. Los últimos bañistas se aferran a la arena multicolor. Un niño pequeño juega con su madre en el último charco salado de la bajamar. El barco del arroz (el que se perdió) sigue roto de dolor ante la baliza número trece y el sol se resiste a esconderse en el agua.
Un atardecer en Sanlúcar, tierra de mar y de río, es dejarse llevar por los colores ocres que cambian al son de las olas. Lo que siempre se ve, con sensaciones diferentes, hacen que el acto natural de la contemplación resulte nuevo cada día.
Si me pierdo, buscarme en un color que el ocaso del sol aviva en el cielo de Sanlúcar.
Bonita serie! y el texto genial!