La vida da sorpresas inesperadas y una de ellas fue la venida al mundo de Pablo; mi tercer hijo. Un día como hoy, de hace diecisiete años, la vida me dio uno de los regalos más bellos que un ser humano pueda esperar; un hijo. No era el primero, ni el segundo era la tercera dádiva que como propina me llegó. Con la confusión y responsabilidad de seguir adelante, intenté ejercer de padre de la mejor manera posible, aunque soy consciente de que algunas veces lo he disimulado.
Nunca se me olvidará la primera vez que me llamó papa. Nunca se me olvidará la sonrisa tímida, limpia y sincera que me regalaba cada vez que me veía. Nunca se me olvidará su buena disposición a salir conmigo. Nunca se me olvidará sus ojos llorosos y suplicantes de consuelo cuando me veía después de haber sufrido algún accidente. Nunca se me olvidarán los pequeños detalles que confirmaron nuestra disposición a querernos.
¡Qué difícil es ser padre, pero qué difícil es ser hijo!. Algunas veces la madurez del adulto es más débil que el razonamiento de un niño. Nada es fácil en esta vida, el acierto es una lotería; los genes, la educación y las circunstancias hacen que la crianza de un hijo sea un vaivén continuo. El trabajo, la pareja los amigos y las circunstancias hacen que la educación que recibe un hijo sea para él también un vaivén continuo.
¡Claro que me he puesto transcendental!. ¡Estoy escribiendo de “mi pequeño” que ha cumplido hoy 17 años. 17 años como diecisietes soles, (como diría una folclórica que gracias a sus aventuras y desventuras me ha dado dinero para comprar, pañales, leche, juguetes, ropa, libros y demás cosas necesarias para el mantenimiento de mis hijos). 17 años disfrutando, aunque no haya sido todos los días, de sus ausencias y presencias, de su risa libre y sincera a sus llantos sentimentales. Disfrutando de su conversación breve pero concisa, de sus miradas ausentes pero atentas, de su timidez cada vez más disimulada. Disfrutando de lo poco que me cuenta de sus sentimientos, de sus aventuras y desventuras. En fin, disfrutando de lo poco que me pide y de lo mucho que da.
P.D. Esta vez la fotografía no ha sido hecha por mi, le he cogido de su perfil de Whatsapp, pues es la que a él le gusta, o por lo menos es lo que creo. Puedo afirmar y confirmar, eso sí, cayéndoseme la baba, que la realidad supera a la ficción.