Sólo quedan horas para que algunos españoles vivan las Navidades con una inyección de desahogo económico. Estadísticamente será muy difícil que yo sea uno de ellos, ya que mi participación esté año se suscribe a la que me ha proporcionado mi nuevo amigo Pablo proveniente de la hermandad de la Quinta Angustia.
Ayer que fue un día grande para mi, pues nos reunimos un grupo de amigos para celebrar lo que haya que celebrar, me propuse comprar un décimo para compartirlo con ellos. Entre esperar en una cola y la posibilidad de una rápida cerveza en El Salvador, opte por la segunda opción. Como una cosa lleva a otra mis sinceros deseos de regalar un décimo se ha quedado en la intención reflejada en esta fotografía. Si mañana toca un décimo comprado en la administración de El Gato Negro, espero que el dueño del bar de El Salvador me agradezca al menos mi decisión, como en el anuncio, ya que estoy seguro de que mis amigos no me harán ninguna fiesta.