La mayoría de las hermandades que el Martes Santo realizan su estación de penitencia se han llevado tres años esperando un día como el de ayer, donde la lluvia no rompiera ilusiones. Tengo un amigo que durante tres años lleva esperando para salir de costalero en la Candelaria. Hoy también llevaba rostro serio pero no como el del año pasado, esta vez la seriedad no se debía a la frustración sino a la responsabilidad de entrar en la carrera oficial llevando al Señor de la Salud.
La primera cofradía que he visto y no por premeditación sino más bien por deambulación ha sido la de los Estudiantes. Cuando pasaba por la Puerta Jerez me he encontrado que el paso de los lirios morados estaba saliendo por la puerta lateral de la universidad. He presenciado una «chicotá» muy larga, pues desde la puerta de la Universidad lo han llevado sin parar hasta bien entrado San Gregorio. Supongo que el esfuerzo se debió a que se querrían alejar lo antes posible de los feísimos cables que dan energía al tranvía. Cuando he visto tantos penitentes detrás del paso del Cristo he recordado una frase que mi madre me decía de pequeño con respecto a esta cofradía; «Todos los penitentes que llevan los estudiantes son los «cateaos», por eso lleva tantos». Como cuando se deambula, se llega siempre al lugar del comienzo, he terminado viendo al Cristo de la Buena Muerte entrando en la Fábrica de Tabacos.
Camino de la Candelaria he fotografiado una escena insólita; dos mujeres con velo viendo pasar la cofradía de los Estudiantes. Lo primero que he pensado ha sido; «¡viva la tolerancia!, lo segundo… me lo reservo. Con la premura del tiempo he cruzado por la Avenida comprobando asombrado como ya había algunas señoras sentadas en su silla una hora ante de que pasara la primera Cruz de Guía. A la altura del Sagrario, he escuchado música, por lo que tiré hacia la calle Alemanes donde me encontré a la Virgen del Cerro y paré un instante para fotografiarla delante de la puerta de la Catedral que más me gusta: La puerta del Perdón.
Después de haber disfrutado viendo salir tantos niños de la Iglesia de San Nicolás de Neri, me he ido a mi lugar de estancia más habitual de la Semana Santa: La Campana, pero antes me he detenido en las Setas de la Encarnación. Era tal la cantidad de gente que había, que pensé que haría una buena fotografía cuando pasara el primer paso de San Benito, las casualidades de la vida o la visión periodística del asunto han hecho que me encontrara a Marisa, una plumilla de aquí que vive en Madrid y que está disfrutando realizando un reportaje fotográfico de la Semana Santa.
Un compañero en la Campana me ha dicho; ¿No estás viendo más gente hoy? y es verdad. El Martes Santo se ha tirado Sevilla a la calle a ver lo que desde hace tres años no se veía; una estación de penitencia completa.