La mirada perdida denota responsabilidad y a la vez compromiso, es la expectación ante lo imaginado pero a la vez desconocido; es la soledad de los pensamientos.
El sábado 1 de marzo del 2014 se casó Jesús; mi hermano pequeño o como le decimos desde siempre: “El niño”. Ese día, tuve el privilegio de compartir su mirada perdida, ese día tuve la gran suerte de acompañarlo al lugar del encuentro, ese día tuve la alegría de emocionarme, ese día tuve la sensación de la plenitud.
Si fuera cursi, diría que hasta el cielo se emocionó, pero como soy barroco, diré que la conjunción planetaria hizo posible que dos personas formidables decidieran decorar todo su espacio disponible con adornos sentimentales y a la vez realistas.
Todo aquel que estuvo presente ese día en la vida de Carmen y Jesús recordará por mucho tiempo, como esa primera mirada perdida se trasformó en dos miradas cómplices emocionadas y por supuesto; enamoradas.
P.D. Quise escribir sobre la boda de mi hermano, contar que bien sonó el himno del Betis en la iglesia, contar como nos emocionó a todos el gesto humano que tuvo el novio cuando sus pensamientos se asentaron en la realidad, contar que dos bellezas iluminaban el altar; una de blanco y otra de verde. Me hubiera gustado contar las mil y una anécdotas que sucedieron esa tarde noche en el original local de celebración, pero… sólo pude escribir de sentimientos.
[…] de él, por la letra de la rumba que compuso y que, mi amigo “El límpito” y yo, le cantamos a mi hermano el día de su boda; «Soy sevillano». El estribillo de la canción dice así: « Quiero levantarme […]