Cuando era un niño, en el colegio, cualquiera que hiciera algo no decoroso, (esa era la expresión que utilizaban los educadores de aquella época) uno de los castigos más habituales que infringían los maestros era ponerte de cara a la pared manteniéndote erguido y en silencio.
Durante esta semana, he pasado varias veces por la Plaza Nueva y al ver la situación en la que han puesto al Rey San Fernando, he recordado mi infancia en la escuela donde Don Mateo (si, antiguamente a los profesores les llamábamos de Ud, pues les teníamos un profundo respeto) me puso de cara a la pared por algo que no hice.
Hoy día, hay cosas que no tengo claras, aunque una sí; el Rey San Fernando no tiene la culpa de lo que está pasando en esta ciudad, en esta región ni en este país para que lo hayan puesto de cara a la pared.