La vida esta llena de contradicciones, ya se que después de estar unos cuantos días sin escribir un post, no prosigo mi aventura bloguera con una frase genial.
Ayer corrí junto a Berta y 19.998 personas más la carrera nocturna del Guadalquivir. El tiempo no era el apropiado, pues llovía tanto que hasta Noé se hubiera acobardado. El problema no era empezar a correr lloviendo sino esperar una hora a que comenzara la carrera cayéndote lo más grande sin un lugar para resguardarte. La cantidad de corredores que había, impedía comenzar un ritmo de carrera adecuado, el primer kilómetro prácticamente lo hice andando rápido, los codazos de los que querían adelantar y los parones que se producían cuando la vía se estrechaba, te desesperaban y los charcos de las calles te empapaban las zapatillas por lo que el esfuerzo era mayor.
A pesar de todo, ayer por la noche creo que fui feliz. Todo eran caras de alegría, la emoción del sonido inicial fue emocionante, saludar a amigos que por casualidad estaban en las mismas circunstancias me reconfortaba y ver a las familias que paradas en las aceras con un paraguas (eso sí que es mérito) viendo y animando a los corredores, hacían que los pelos mojados de mi cuerpo se erizaran. No hay dinero que pueda pagar la sensación de ver como una masa naranja se introducía en el túnel de Arjona; mirabas adelante y mirabas hacia atrás, y lo único que se te ocurría era gritar junto a los miles de corredores que estaban experimentando las mismas sensaciones que tú.
Este post se lo dedico a mi amiga Toni y mi amigo Manolo Lorenzo, pues ellos han sido los artífices de que hoy vuelva a escribir en mi blog, pues gracias a ellos, ayer por la noche fui feliz y eso es algo que me encanta compartir.
Enchante¡¡¡