Septiembre, es un un mes de esperanza donde todas las proposiciones pensadas durante las vacaciones se intentan poner en práctica. La mayoría de la veces, casi todos los propósitos se nos quedan en los dos primeros fascículos coleccionables que tanto nos publicitan durante este mes, pero por lo menos, al intentarlo, demostramos que nuestra vida no está en encefalograma plano.
Ayer, 31 de agosto, me tomé las doce uvas de la esperanza para seguidamente dar la bienvenida al nuevo año laboral, donde las ilusiones por hacer nuevas cosas impedirán que la bendita rutina de estar nuevamente con los míos, me ayude a lograr lo que estaba pensando cuando le hacía esta foto a Berta, en una interminable y bella puesta de Sol en el Mar Báltico; lograr hacer y ser feliz, dentro de mis posibilidades.
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