El beso.

El beso.

El Palacio Real de Estocolmo no es algo que impresione por su decoración y creo que esa es una de las razones principales por la que no te dejan hacer fotos, como  ya conté cuando escribí sobre el, pero a pesar de todo hay una escultura que cada vez que la veo me sigue llamando la atención. Está justamente debajo de unas escaleras. Buscando en internet, no encuentro ni el título de la obra ni a su autor, seguramente eso signifique que no tenga mucho valor y claro,  esa es una de  las razones por las que no me dedico a ser marchante de arte; porque a mi me gusta.

Si la escultura me impresionó al pie de la misma, más me atrajo desde esta posición elevada, pues parece que los amantes hayan buscado un lugar discreto para besarse apasionadamente. El beso es un acto sublime, donde el universo se para cuando se juntan los labios, y se cierran y se abren los ojos al unísono para dejar que la imaginación fluya libremente sin ningún tipo de cortapisas.

Cuando esta mañana he vuelto a ver esta fotografía he cerrado los ojos y he visto en la cara de la mujer de esta estatua a la persona que quiero.

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