Entre las muchas noticias que han inundado mi mente esta mañana hay una que me ha llamado la atención y no por impactante sino por sorprendente. En su artículo de ABC, Aurora Flores, nos cuenta como el «Giradillo«, colocado hace tan solo ocho años en lo alto de la «Giganta» después de su proceso de restauración (desde 1999 al 2005) por supuestas manos expertas y cuyo coste ascendió a 600.000 euros; da muestras de oxidación. Pero lo verdaderamente sorprendente es que en el año 1770 fue cuando se le hizo la penúltima restauración, o sea, que con los conocimientos y la tecnología que se tenía en el siglo XVIII la escultura de bronce duró 200 años y con la actual tan solo 8 años.
Ya se que habrá muchas voces expertas que con leguaje experto darán una explicación experta que a los profanos en la materia nos dejará sin argumentos para la réplica. Pero a pesar de todo, me pregunto asombrado cuando he terminado de leer el artículo de Aurora Flores, ¿dónde está el sentido común de los expertos?.
Cuentan que cuando iniciaron las obras de la Catedral, un canónigo pronunció la frase: «Fagamos un iglesia tal e tan grande que los que la vieren nos tomen por locos». Espero que nadie cuando llegara en el año del señor de 1999 a la sede del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) pronunciara una frase parecida cambiando unas palabras: «Fagamos una reconstrucción tan «güena» que los que la vieren nos tomen por tontos».
P.D.: La foto que muestro la hice en primavera cuando restauraron la fachada norte recuperando la configuración original del ladrillo visto. Hice la foto pensando como verían nuestros antepasados el Giraldillo desde la calle de Las Gradas, o como se conoce en la actualidad; la calle Alemanes. Así que si alguien no ha visto esta fachada recuperada, se tiene que dar prisa, pues ya se sabe lo que duran las restauraciones modernas.