Este medio día, paseando por la Avenida de la Constitución me he parado ha mirar a los invitados de una boda que se iba a celebrar en la Iglesia del Sagrario. Ver, observar, reírme y maravillarme de los personajes que acuden a una boda ha sido y será uno de mis mayores pasatiempos. Curiosamente, no he fotografiado ni a nada ni a nadie que estaba esperado a las puertas de la Iglesia y eso que había mucho que fotografiar y escribir. A las cuatro de la tarde, ya de vuelta, me ha llamado la atención como en la puerta de la iglesia estaba la típica mendigo pidiendo para comer y un poco más adelantadas, las palomas comiéndose el arroz esparcido por el suelo entre pétalos de flores.
Está claro que después de un enlace, todos quieren comer.