No hay que irse muy lejos para disfrutar de la naturaleza en estado puro. A unos pocos kilómetros de Sevilla, siguiendo el curso del río, hay un lugar mágico; sobre todo al atardecer. Margaritas por deshojar y yerbas enormemente salvajes, crecen sin ningún tipo de orden. Barcos inmensos subiendo y bajando parsimoniosamente el Betis. Enamorados furtivos que buscan la definición de la pasión. Pescadores tranquilos que hacen fiesta cada vez que se tensa el sedal. Jóvenes exultantes de vida. Restos abandonados de materiales reciclables cuya firma la deja gente que no se deja reciclar. Fábrica antigua aparentemente en actividad. Buscadores de caracoles salvajes. En fin, un lugar donde pensar me hace recordar y recordar me hace vivir y vivir me hace sentir momentos que nunca más volverán.
[…] quiero buscar la paz mental me voy al río. Sus aguas y sus orillas siempre me han cautivado. Cada reflejo me recuerda a lo vivido. Cada […]