Nunca he sido un aficionado a ver los documentales de la dos. El mundo animal me ha interesado poco, por no decir nada. Me repugnan los bichos, especialmente las cucarachas. Las hormigas han sido el único insecto que me ha llamado la atención, eso si, cuando no están en mi casa. Recuerdo la primera vez que me contaron la fábula de la Cigarra y la hormiga; para mi la hormiga era una «pringá», pues su vida consistía en trabajar simplemente para alimentarse. ¡Mi ídolo siempre fue la cigarra!. Por eso, cuando estoy en el campo y veo a las hormigas de un lado para otro parándose entre ellas como dándose un saludo cordial, me pregunto; ¿merece la pena vivir sólo para trabajar?.