Contar la jornada de hoy; Domingo de Ramos, es hacer una crónica larga y posiblemente aburrida. Elegir una fotografía también me resulta difícil, pues son tantas que ninguna por si sola puede resumir lo que he vivido. Al final, he decidido utilizar la imagen de una mujer nazarena protegiendo de la lluvia a su hijo.
El Cristo Despojado, ha tenido que refugiarse a las cinco de la tarde en la capilla de la Anunciación, debido a la fuerte lluvia que caía en ese momento. Todo era tensión, prisa y emoción. Mi mente y mi cámara, se han llenado de multitud de imágenes, pero entre todas, es esta la que me llamó más la atención. La lluvia era torrencial, el nazareno, (supongo que su madre) no quería dejar la formación, pero tampoco que se mojara el pequeño (supongo que su hijo), por eso, toma la decisión angustiosa de seguir con su obligación pero protegiendo con su capa prácticamente calada, al niño nazareno.
Tengo dos amigos que no tienen hijos y siempre les digo que hasta que no los tengan no sabrán lo que significa el amor altruista y desinteresado. Uno de ellos, lo comprobará dentro de poco, el otro, por el momento se va a tener que conformar con analizar esta imagen.